¿Por qué tenemos miedo?
El miedo está presente en todos nosotros, y nos acompaña siempre. Es necesario para evitar
peligros, para mantener nuestra integridad física. El miedo no es un problema,
a no ser que se convierta en el problema.
Los
miedos también se aprenden. Los padres con tendencia a ser miedosos educan
hijos como ellos, en mayor proporción que el resto de progenitores.
Hay
un tipo de miedos que se adquieren por las experiencias vividas. El miedo de
los niños va cambiando a medida que se crece.
Hay un tipo de miedos que se
adquieren por las experiencias vividas. Por ejemplo: miedo a no poder respirar,
si se ha tenido un ataque de asma.
El miedo a dormir solo puede estar relacionado
con otros miedos. Si tu hijo sufre pesadillas, acércate a calmarle y
reconfórtale hasta que se tranquilice; nunca lo hagas nervioso o enfadado.
En la etapa escolar, de 6 a
11 años, pueden presentar miedo al daño físico, los accidentes, las
heridas, a la sangre, a las inyecciones. Miedo al fracaso escolar, a la crítica,
a un compañero, a la separación de los padres.
"Si no te vas a la cama, vendrá el coco y
te llevará". En ocasiones, sin pretenderlo, somos los padres quienes
generamos los miedos en nuestros hijos.
Los miedos crecen con los niños. ¿De qué tienen miedo los
niños según la edad que tengan?
Hay edades en las que, evolutivamente habland,o es normal tener miedo. Los niños a los dos, cuatro o incluso los seis años pasan por una etapa de miedos. Muchas veces, por ejemplo, es muy común el miedo a la oscuridad. Los padres tienen que saber que es algo normal y que muchas veces lo podemos arreglar poniéndoles una lucecita en su habitación, que proyecte una luz indirecta. Lo que no podemos hacer es reforzar ese miedo.
¿Cuáles son los miedos evolutivos y a qué edad se producen?
A los seis meses, el niño ya empieza con el miedo a los extraños.
Empieza a extrañar a su adulto de referencia, que generalmente, es su
mamá.
A partir de los seis meses comienza a extrañar a los padres cuando no están. Por eso,
es bueno que los niños salgan de la habitación de los padres por la noche en
torno a los cinco meses, para que cuando se despierten, no extrañen tanto a sus
figuras de referencia, a la mamá y al papá.
En torno a los 2 años, surge un cierto miedo de
'abandono'. Cuando al niño le dejas en la guardería con dos años, a veces se
queda intranquilo. Lo más probable es que el niño se angustie un poco, se quede
llorando, y a los cinco minutos ya se le ha pasado, se pone a jugar, ya está
feliz con el resto de los niños. El problema lo tendríamos con un niño que
vemos que ya ha pasado ese periodo de adaptación, ese periodo de miedo o de
angustia de separación y no empieza a tener claro que su padre va a volver y se
tira toda la mañana llorando. Ahí hay que valorar que no pueda haber otro
problema.
A los 4 años, puede aparecer el miedo a la
oscuridad. No hace falta que nos pongamos muy tajantes de 'Tienes que dormir
con la luz completamente apagada y con la persiana bajada'. No pasa nada por
dejarles una pequeña luz indirecta, de hecho además venden muchas lucecitas de
las que se pueden poner en un enchufe, o una pequeña lamparita por la noche,
que proyecte una luz que sea una luz indirecta que simplemente al niño le de un
poquito de seguridad porque no está totalmente a oscuras.
En la pubertad, de 12 a 15 años, es probable que
aparezcan episodios de miedo a la crítica, al fracaso, al rechazo por parte de
sus iguales (compañeros de clase), a amenazas de otros niños, a los cambios de
su propia imagen.
En la adolescencia continúan
miedos propios de la pubertad (Miedos relacionados con el mundo interpersonal,
el rendimiento personal, los logros académicos, deportivos y de reconocimiento
por parte de los otros, y a la muerte)
¿Qué podemos hacer para desmontar los miedos de los niños?
Es importante desdramatizar. Pasa lo mismo con las pesadillas, es normal que los niños en torno a los dos años, los cuatro o incluso a los seis años, se despierten con pesadillas y tengan un poco de miedo por la noche. Eso es tan sencillo como llegar a su habitación y tranquilizarles un poco. Muchas veces nos puede ayudar darles un poco de agua, acariciarles un poco y decirles que no se preocupen, y dejarlos durmiendo en su cama. Si le pasamos a nuestra cama, podemos generar un problema mayor.
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