domingo, 31 de enero de 2021

Yoga para niños

 Yoga para niños

Superbásico, muy sencillo y visual. Aquí os dejo ejemplos de posturas de yoga que los niños interiorizan rápido y ayuda en el tránsito actividad-calma. Probad a incorporarlas a la rutina de acostarse o levantarse.



Tolerancia a la frustración

               Tolerancia a la frustración       


     Las frustraciones infantiles son parte del crecimiento del niño. Suponen un estado de decepción al espera realizar un deseo y verse imposibilitado de hacerlo. Para conseguir superar las frustraciones infantiles es fundamental identificar los sentimientos y poder expresarlos. Muchas veces, será inevitable que el niño se sienta frustrado. La clave está en que aprenda a superar esa frustración de la mejor manera posible, con nuestro apoyo y comprensión. 

Por qué se genera la frustración en los niños: 

    -Actualmente se han creado una serie de necesidades secundarias, innecesarias, que nos sitúan en una constante búsqueda de satisfacciones materiales o no. Y los niños no están preparados para afrontar errores, negaciones, injusticias sin que su reacción sea desmedida en muchos casos. 

    -La falta de coherencia en la educación puede generar confusión en el niño (por ejemplo si una conducta es castigada unas veces y otras no lo es o incluso hasta es elogiada; o si no existen horarios fijos)

     -Una educación poco exigente fomenta conductas agresivas porque el niño crece creyendo que es dueño del mundo y tiene derecho a exigir constantemente.

     -Las carencias afectivas pueden ser otro motivo, ya que dejar que el niño explore sin límites hace que sienta que le dan todo para que no moleste. La atención que un niño necesita es que compartan ratos con él y no dejarlo con la TV, juguetes, caprichos todo el tiempo. 

    -Otro motivo de frustración es el que muchos padres crean que su papel es ser amigos de sus hijos, al no establecerse los roles familiares y las normas de forma clara. 

Recomendaciones para las familias para favorecer la tolerancia a la frustración:

     -Elogiar el comportamiento adecuado. Conversar con el niño acerca de sus sentimientos y deseos, para que pueda desahogarse. Explicarle las consecuencias del comportamiento agresivo y enseñarle alternativas.

     -Hacerles ver que nuestras actuaciones siempre tienen consecuencias: positivas y negativas. Lo más saludable sería que, con el tiempo y madurez necesaria, encontrasen la satisfacción intrínseca de “lo bien hecho” sin esperar reconocimiento externo alguno. Y las consecuencias negativas aprender a asumirlas con responsabilidad y afrontarlas como una oportunidad de aprendizaje.

     -Hay que ser pacientes y dejarles hacer las cosas que les corresponden Ej.: aprender a vestirse, a comer solo, a preparar la mochila, a organizar su tiempo de deberes/ocio... 

    -Exigir a los hijos cuesta esfuerzo. Es más cómodo ir dándoles cada una de las cosas que piden pero eso no es constructivo.

     -Educar para la responsabilidad: elección de programas de TV, de alimentos saludables, de juguetes ... 

    -Decir NO: Fijar límites entre los 0-6 años es fundamental. Por ejemplo el negar un caramelo en el supermercado, ya que tolerar la frustración les enseña a canalizar su ansiedad y agresividad. Parte de este desarrollo puede ser doloroso para los padres y el hijo, pero las recompensas son grandes. 


Cuando exista baja tolerancia a la frustración (pautas para casa/clase): 

1. Enseñar técnicas de relajación. 

2. Enseñar a identificar el sentimiento de frustración cuando aparezca. 

3. Indicar al niño cuándo debe pedir ayuda. Mientras algunos niños son reacios a pedir ayuda, otros la piden de inmediato. Debemos enseñar al niño a encontrar la solución primero. Se le dirá: "inténtalo otra vez tú solo , por favor". Cuando el niño no sepa ya que más hacer, indicarle cómo pedir ayuda. Cuando nos demos cuenta de que se está frustrando con alguna tarea, intervenir “¿qué podrías hacer en lugar de enfadarte o abandonarlo?". 

4. Representación de papeles. Se puede jugar con el niño o niños a interpretar una situación frustrante. Primero se interpretará la frustración y luego lo opuesto. Anímele a que hable consigo mismo de forma positiva y a que busque una manera de resolver el problema.

5. Se reforzarán las acciones apropiadas por parte del niño. Elógielo por haber retardado su respuesta habitual de ira ante la frustración, y también cuando utilice una estrategia apropiada. 

6. Cuando sea posible, se dividirá una tarea en pequeñas partes que puedan llevarse a cabo una a una. Hay que facilitar que obtenga éxitos y se refuerce su autoconcepto.


lunes, 11 de enero de 2021

Miedos evolutivos


 ¿Por qué tenemos miedo?

 El miedo está presente en todos nosotros,  y nos acompaña siempre. Es necesario para evitar peligros, para mantener nuestra integridad física. El miedo no es un problema, a no ser que se convierta en el problema.

            Los miedos también se aprenden. Los padres con tendencia a ser miedosos educan hijos como ellos, en mayor proporción que el resto de progenitores.

            Hay un tipo de miedos que se adquieren por las experiencias vividas. El miedo de los niños va cambiando a medida que se crece.


           Hay un tipo de miedos que se adquieren por las experiencias vividas. Por ejemplo: miedo a no poder respirar, si se ha tenido un ataque de asma.
            El miedo a dormir solo puede estar relacionado con otros miedos. Si tu hijo sufre pesadillas, acércate a calmarle y reconfórtale hasta que se tranquilice; nunca lo hagas nervioso o enfadado.
            En la etapa escolar, de  6 a 11 años, pueden presentar miedo al daño físico, los accidentes, las heridas, a la sangre, a las inyecciones. Miedo al fracaso escolar, a la crítica, a un compañero, a la separación de los padres.

 "Si no te vas a la cama, vendrá el coco y te llevará". En ocasiones, sin pretenderlo, somos los padres quienes generamos los miedos en nuestros hijos.

Los miedos crecen con los niños. ¿De qué tienen miedo los niños según la edad que tengan?

Hay edades en las que, evolutivamente habland,o es normal tener miedo. Los niños a los dos, cuatro o incluso los seis años pasan por una etapa de miedos. Muchas veces, por ejemplo, es muy común el miedo a la oscuridad. Los padres tienen que saber que es algo normal y que muchas veces lo podemos arreglar poniéndoles una lucecita en su habitación, que proyecte una luz indirecta. Lo que no podemos hacer es reforzar ese miedo.


¿Cuáles son los miedos evolutivos y a qué edad se producen?

A los seis meses, el niño ya empieza con el miedo a los extraños. Empieza a extrañar a su adulto de referencia, que generalmente, es su mamá. 

A partir de los seis meses comienza a extrañar a los padres cuando no están. Por eso, es bueno que los niños salgan de la habitación de los padres por la noche en torno a los cinco meses, para que cuando se despierten, no extrañen tanto a sus figuras de referencia, a la mamá y al papá.

En torno a los 2 años, surge un cierto miedo de 'abandono'. Cuando al niño le dejas en la guardería con dos años, a veces se queda intranquilo. Lo más probable es que el niño se angustie un poco, se quede llorando, y a los cinco minutos ya se le ha pasado, se pone a jugar, ya está feliz con el resto de los niños. El problema lo tendríamos con un niño que vemos que ya ha pasado ese periodo de adaptación, ese periodo de miedo o de angustia de separación y no empieza a tener claro que su padre va a volver y se tira toda la mañana llorando. Ahí hay que valorar que no pueda haber otro problema.

A los 4 años, puede aparecer el miedo a la oscuridad. No hace falta que nos pongamos muy tajantes de 'Tienes que dormir con la luz completamente apagada y con la persiana bajada'. No pasa nada por dejarles una pequeña luz indirecta, de hecho además venden muchas lucecitas de las que se pueden poner en un enchufe, o una pequeña lamparita por la noche, que proyecte una luz que sea una luz indirecta que simplemente al niño le de un poquito de seguridad porque no está totalmente a oscuras.

En la pubertad, de 12 a 15 años, es probable que aparezcan episodios de miedo a la crítica, al fracaso, al rechazo por parte de sus iguales (compañeros de clase), a amenazas de otros niños, a los cambios de su propia imagen.

En la adolescencia continúan miedos propios de la pubertad (Miedos relacionados con el mundo interpersonal, el rendimiento personal, los logros académicos, deportivos y de reconocimiento por parte de los otros, y a la muerte)

¿Qué podemos hacer para desmontar los miedos de los niños?

Es importante desdramatizar. Pasa lo mismo con las pesadillas, es normal que los niños en torno a los dos años, los cuatro o incluso a los seis años, se despierten con pesadillas y tengan un poco de miedo por la noche. Eso es tan sencillo como llegar a su habitación y tranquilizarles un poco. Muchas veces nos puede ayudar darles un poco de agua, acariciarles un poco  y decirles que no se preocupen, y dejarlos durmiendo en su cama. Si le pasamos a nuestra cama, podemos generar un problema mayor.


 

Rechazo a la lectura

Animar a los niñ@s que rechazan la lectura




          El niño al que no le gusta leer se encuentra en un "callejón sin salida": Ha llegado a esta situación probablemente porque ha tenido problemas en la adquisición de la lectura y la única manera de que llegue a leer mejor y/o llegue a disfrutar con la lectura es leyendo. Pero no le gusta…

            Para ayudar al niño a adquirir afición por la lectura hay que intentar dos cosas:

1-Que el niño lea, aunque sólo sea un poco, todos los días.

2-Que disfrute, o al menos no aumente su "fobia", con ese rato de lectura.

 

        Para ello se proponen las siguientes orientaciones:

            -Hay que dar un giro a lo que veníamos haciendo hasta ahora. Es probable que el niño haya asociado la lectura con emociones desagradables (se cansa, le corrigen continuamente, se siente incompetente, etc.). Se trata ahora de lo contrario: asociar la lectura con emociones agradables: no es una obligación, se le reconoce cada pequeño avance, no se le corrige, lo importante es que entienda lo que lee, etc.

            -El material de lectura que ofrezcamos al niño debe ser divertido y/o entretenido: Ir con él a la librería o a la biblioteca a que elija él mismo los libros nos asegurará que sea un material adecuado para él. No importa que elija comics, ni que se dedique casi todo el tiempo a mirar los dibujos, porque cuando le interese regresará al texto escrito.

            -Este material debe ser de nivel parecido o inferior al nivel de lectura del niño para que la lectura no le resulte demasiado dificultosa. En el primer nivel lo mejor serían libros de letra cursiva, poco texto y con abundantes ilustraciones.

            -Permitirle leer en la cama antes de dormir. Ahí podemos dejarle leer lo que quiera, leerle nosotros, hacer una lectura conjunta, etc. Esta es una buena ocasión para que disfrute con la lectura, utilizando el material que prefiera.

            -Procurar no corregir sus errores. Es preferible centrarse en las palabras o frases leídas correctamente, haciéndole ver cómo sabe leer o cómo va progresando. En ese sentido estar atento a cualquier mínima mejora para animarle.

            -Evitar hacer comentarios negativos en casa o a familiares y amigos sobre sus dificultades cuando él esté presente. Al contrario, elogiar en esas situaciones sus avances, aunque sean mínimos.

            -Dedicar todos los días, a la misma hora, un ratito a actividades de lectura. Esas actividades dependerán del nivel del niño (desde asociar palabras con imágenes colocando etiquetas a objetos de la casa, hacer puzzles de letras e imágenes o leer un pequeño cuento).

 

*Lo más importante de ese tiempo diario es que resulte agradable. Para ello, hay que:

-Respetar el nivel de lectura del niño sin proponerle actividades más difíciles de las que sea capaz de realizar.

       -Realizar varias actividades, para que no se canse con la repetición.

      -Acabar nosotros cada actividad antes de que el niño se canse y quiera acabar él.

 

Documento basado en el libro de Isabel Orjales Villar “Practicar la lectura sin odiar la lectura. Guía para padres”